jueves, 20 de enero de 2011

GALERÍA DE NOTABLES (V): FERNANDO MUÑOZ

Uno de los personajes de nuestra Historia Nacional que más juego hubiesen dado hoy en las revistas del corazón, fue Agustín Fernando Muñoz Sánchez, nacido en Tarancón el 4 de mayo de 1808, quien, por aquellas de la vida paso a ser, de hijo de un humilde comerciante de su pueblo natal, a Duque de Riánsares, con una docena larga de títulos más, tanto de dentro como de fuera de nuestro país, y esposo de reina.
Por influencias casuales de tipo familiar en la Corte -pues su abuela paterna había sido nodriza de una hermana del rey Fernando VII- nuestro hombre, figura destacable por su gallardía, consiguió situarse en la corte como Guardia de Corps, al servicio de la reina María Cristina en su escolta personal.
Tan sólo habían pasado tres meses de la muerte del rey, cuando la joven reina, fijándose en él, un día le preguntó: -¿No os cansáis de la dureza del servicio? A lo que el gentil taranconero le respondió: - En servicio de Vuestra Majestad no puedo cansarme nunca.
Solía contar tiempo después una de sus nietas, que saliendo de paseo en carroza por los jardines del Buen Retiro: “El coche se metió en un bache, y la reina se golpeó la nariz. Cuando empezó a sangrar pidió un pañuelo a su dama de compañía, pero la señora no tenía uno a mano. Fernando, que cabalgaba al lado, se aproximó y le ofreció galantemente el suyo”. La reina viuda tenía 27 años, y Fernando Muñoz 25.
Son tantos más los detalles que se contaron sobre el mal disimulado afecto de María Cristina de Borbón hacia el Guardia de Corps, que todo cristalizó muy pronto en boda. Contrajeron matrimonio morganático secreto, del que sólo dieron cuenta al gobierno y a algunos miembros de la familia.
Debido a la minaría de edad de Isabel II (sólo 3 años), la hija que había tenido en su matrimonio con Fernando VII, María Cristina ejerció la regencia hasta 1840, año en el que leyó su renuncia al trono ante la Corte.
Durante sus años de regencia, la reina fue combinando su función de reina con los sucesivos embarazos que procuró disimular inútilmente; pues muy pronto se hizo popular en toda España aquella copla que alguna vez hemos encontrado perdida en las páginas de la Historia:

Clamaban los liberales
que la reina no paría,
y ha parido más Muñoces
que liberales había.

Fue el suyo un matrimonio feliz. Se amaron mucho. Cristina dio a luz ocho hijo de Fernando Muñoz. Once años después de su boda privada la volvieron a celebrar públicamente. A Fernando Muñoz se le honró con un sinfín de honores: el Toisón de Oro, condados, ducados y marquesados por doquier; hasta se le ofreció la corona de Ecuador por las autoridades de aquel país, que él rechazó. Prefirió, a cambio, promover varias empresas por toda España, alguna de ellas relacionada con la red de ferrocarriles.
Murió en Le Havre (Francia) en septiembre de 1873. Sus restos fueron traídos a España para ser enterrados en uno de los dos sepulcros que habían mandado construir en la ermita patronal de Nuestra Señora de Riánsares de Tarancón, donde poseían un pequeño palacete al que solían asistir algunas veces con sus hijos. En el otro sepulcro, jamás llegaron a estar los restos de María Cristina; pues como reina y madre de reina que fue, a su muerte fueron trasladados a El Escorial, donde se encuentran en el Real Panteón del monasterio.

viernes, 14 de enero de 2011

OBISPOS DE LA DIÓCESIS DE SIGÜENZA



Como diócesis antigua que es, la de Sigüenza ha contado con obispos de nombre reconocido desde los primeros tiempos de la Iglesia en España. Queda constancia de casi todos ellos, gracias a los laboriosos estudios que en época reciente han llevado a cabo algunos investigadores, los cuales dedicaron una buena parte de su tiempo a buscar documentos, a descifrar inscripciones para así poder, al fin, ofrecer nombres y detalles de más de un cente­nar de mitrados seguntinos de los que queda constancia. Son de un considerable mérito, entre otros, los del Dr. Gómez Gordo, cronista oficial de la ciudad de Sigüenza, así como los del canónigo archivero de la Catedral don Felipe Gil Peces Rata. Por orden de antigüedad en el desempeño de su prelatura, e indicando los años entre los que aproximadamente transcurrió su servicio a la Iglesia como obispos de Sigüenza, ofrecemos la lista de los 102 prelados que, desde Protógenes hasta el obispo actual han regido los destinos de la Iglesia en esta diócesis.


Obispos anteriores a la Reconquista:

PROTÓGENES (589-610) Aproximadamente.

HILDISCLO (633 ?)

WIDERICO (647-656) Aproximadamente.

EGICA (675-679) Aproximadamente.

ELLA (681-684) Aproximadamente.

GUNDERICO (685-693) Aproximadamente.

SISEMUNDO Hacia el año 840 (Periodo musulmán)

 
Obispos de Sigüenza posteriores a la Reconquista:

D.BERNARDO DE AGÉN (1121-1151)

D.PEDRO DE LEUCATA (1152-1156)

D.CEREBRUNO (1156-1167)

D.JOSCELINO ADELIDA (1168-1177)

D.ARDERICO (1178-1184)

D.GONZALO (I) (1184-1186)

D.MARTÍN LÓPEZ DE PISUERGA (1186-1191)

FR.MARTÍN DE FINOJOSA (1191-1192)

D.RODRIGO (1192-1221) D.LOPE (I) (1221-1237)

D.FERNANDO (I) (1239-1250)

D.PEDRO MARTÍNEZ (1251-1259)

D.ANDRÉS (I) (1262-1268)

D.LOPE (II) (1269-1271)

D.GONZALO PÉREZ (1271-1274)

D.MARTÍN GÓMEZ (1276-1277)

D.GONZALO (II) (1278-1282)

D.PEDRO GUTIÉRREZ BSO (1281-1285)

D.GARCÍA (1291-1299)


Obispos de los siglos XIV y XV:

D.SIMÓN GIRÓN DE CISNEROS (1301-1327)

D.ARNALDO (1327-1329)

FR.ALONSO PÉREZ DE ZAMORA (1329-1340)

D.BLASCO DÁVILA (1340-1341) D.PEDRO (III) (1341-1342)

D.GONZALO DE AGUILAR (1342-1348)

D.PEDRO GÓMEZ BARROSO (1348-1361)

D.JUAN. Abad de SALAS (1361-1375)

D.JUAN GARCÍA MANRIQUE (1376-1381)

D.JUAN CASTROMOCHO (1381-1382)

D.LOPE VILLALOBOS (1383-1388)

D.GUILLERMO (1388-1390)

D.JUAN SERRANO (1390-1402)

D.JUAN DE ILLESCAS (1404-1416)

D.JUAN GONZÁLEZ GRAJAL (1416-1417)

FR.ALONSO DE ARGUELLO (1417-1419)

D.PEDRO DE FONSECA (1419-1422)

D.ALFONSO CARRILLO (1424-1434)

D.ALONSO CARRILLO DE ACUÑA(1434-1446)

D.GONZALO DE SANTA MARÍA (1446-1448)

D.PEDRO GARCÍA DE HUETE (1449-1449)

D.FERNANDO DE LUJÁN (1449-1465)

D.JUAN DE MELLA (1466-1467)

D.PEDRO GONZALEZ DE MENDOZA (1467-1495)

D.BERNARDINO LÓPEZ CARVAJAL (1495-1511)


Obispos de los siglos XVI y XVII:

D.FADRIQUE DE PORTUGAL (1512-1532)

FR.GARCÍA DE LOAISA (1532-1540)

D.FERNANDO VALDÉS (1539-1546)

D.FERNANDO NIÑO DE GUEVARA(1546-1552)

D.PEDRO PACHECO (1554-1560)

D.FCO. MANRIQUE DE LARA (1560-1560)

D.PEDRO GASCA (1561-1567)

D.DIEGO DE ESPINOSA (1568-1572)

D.JUAN MANUEL (1574-1579)

FR.LORENZO DE FIGUEROA (1579-1605)

FR.MATEO DE BURGOS (1606-1611)

D.ANTONIO VENEGAS FIGUEROA (1612-1614)

D.SANCHO DÁVILA Y TOLEDO (1615-1622)

D.FRANCISCO DE MENDOAZA (1622-1623)

FR.PEDRO GONZÁLEZ DE MENDOZA (1623-1639)

D.FERNANDO VALDÉS (1639-1640)

D.FDO.DE ANDRADE SOTOMAYOR (1640-1645)

FR.PEDRO DE TAPIA (1645-1649)

D.BARTOLOMÉ SANTOS RISOBA (1650-1657)

D.ANTONIO SARMIENTO LUNA (1657-1661)

D.ANDRÉS BRAVO DE SALAMANCA (1662-1668)

D.FRUTOS PATÓN DE AYALA (1669-1671)

FR.PEDRO GODOY (1672-1677)

FR.TOMÁS CARBONEL (1677-1692)

D.JUAN GRANDE SANTOS (1692-1697)

 
Obispos de los siglos XVIII al XX:

D.FRANCISCO ÁLVAREZ Y QUIÑONES (1698-1710)

D.FANCISCO SOLÍS (1711-1714)

D.FCO.RODRÍGEZ MENDAROZQUETA(1714-1722)

D.JUAN DE HERRERA (1722-1726)

FR.JOSÉ GARCÍA Y CASTRO (1727-1746)

D.GASPAR VÁZQUEZ TABLADA (1749)

D.FRANCISCO DIAZ SANTOS BULLÓN (1750-1761)

D.JOSÉ LA CUESTA VELARDE (1761-1776)

D.FRANCISCO DELGADO VENEGAS (1769-1776)

D.JUAN DIAZ DE LA GUERRA (1777-1800)

D.PEDRO INOCENCIO BEJARANO(1800-1819)

D.MANUEL FRAILE Y GARCÍA (1819-1837)

D.JOAQUÍN FERNÁNDEZ CORTINA (1848-1850)

D.FRANCISCO DE PAULA BENAVIDES (1858-1876)

D.MANUEL GÓMEZ SALAZAR (1876-1879) D

D.ANTONIO OCHOA Y ARENAS (1879-1896)

D.JOSÉ CAPARRÓS Y LÓPEZ (1897)

FR.TORIBIO MINGUELLA ARNEDO (1898-1917)

D.EUSTAQUIO NIETO Y MARTÍN (1917-1936)

D.LUIS ALONSO MUÑOYERRO (1944-1950)

D.PABLO GURPIDE BEOPE (1951-1955)

D.LORENZO BERECIARTUA (1955-1963)

D.LAUREANO CASTÁN LACOMA (1964-1981)

D.JESÚS PLA Y GANDÍA (1981-1991)

D.JOSÉ SÁNCHEZ GONZÁLEZ (1991-2011)

D.ATILANO RODRÍGUEZ MARTÍNEZ (2011-....)

a fotografía de cabecera está tomada del enterramiento del primer obispo después de la Reconquista, D. Bernardo de Agén, en la catedral de Sigüenza).

viernes, 7 de enero de 2011

OBISPOS DE LA DIÓCESIS DE CUENCA


En la presenta relación se ofrecen por orden cronológico los nombres de los obispos titulares de la diócesis de Cuenca, comenzando por el primero del que, al parecer, se tiene noticia, el obispo Juan Yañez, inmediatamente anterior en el tiempo a San Julián, patrón de la diócesis; y terminado por el obispo actual, don José María Yanguas Sanz. Las fechas que aparecen colocadas entre paréntesis después de cada nombre, se corresponden con el tiempo que ejercieron su ministerio pastoral en la diócesis. La fotografía que figura en la cabecera es la de don Cruz Laplana, el Obispo Mártir, en una visita pastoral que realizó al pueblo alcarreño de Salmerón (Guadalajara) al principio de los años treinta del siglo XX. Muchos pueblos de la Alcarria de Guadalajara pertenecieron a la diócesis de Cuenca hasta mitad del pasado siglo.

OBISPOS DEL SIGLO XII AL XV:
1.- JUAN YÁÑEZ (1183-1195)
2.- SAN JULIÁN (1196-1208)
3.- DON GARCÍA (1208-1225)
4.- DON LOPE (1225- ¿? )
5.- GONZALO IBÁÑEZ (1236-1246)
6.- MATEO REINAL (1247-1257)
7.- DON RODRIGO (1260- ¿?)
8.- PEDRO LAURENCIO (1264-1271)
9.- GONZALO GUDIEL (1272-1275)
10.-DON DIEGO (12376 ¿?)
11.-DON TELLO (1284)
12.-GONZALO GARCÍA GUDIEL (1285-1289)
13.-GONXZALO DIEGO DIAZ PAL (1285-1289)
14.-DON PASCUAL (1299- ¿?)
15.-DON ESTEBAN O.F.M. (1322-¿?)
16.-DON FERNANDO (1326-¿?)
17.-JUAN DEL CAMPO (1327-1328)
18.-DON OTÓN (1328-1338)
19.-GIONZALO AGUILAR HINOJOSA (1339-1341)
20.-DON GARCÍA (1342-1359)
21.-BERNAL ZAFÓN (1362-1372)
22.-PEDRO GÓMEZ BARROSO (1373-1378)
23.-NICOLAS DE VIEZMA (1379- ¿?)
24.-ÁLVARO MARTÍNEZ (1382-1396)

OBISPOS DEL SIGLO XV AL XVIII:

25.-JUAN CABEZA DE VACA (1396-1403)
26.-DON JUAN (1407)
27.-DIEGO ANAYA MALDONADO (1408-1417)
28.-ÁLVARO NÚÑEZ DE ISORNA (1418-1445)
29.-LOPE BARRIENTOS (1445-1469)
30.-ANTONIO JACOBO DE VÉNERIS (1469-1479)
31.-ALONSO DE BURGOS O.P. (1482-1485)
32.-ALONSO FONSECA (1485-1493)
33.-CARD. RAFAEL GALEOTE (1493- ¿?)
34.-DIEGO RAMÍREZ DE FUENLEAL (1518-1537)
35.-CARD. ALEJANDRO CESARINI (1538-1542)
36.-SEBASTIAN RAMÍREZ ARELLANO (1542-1547)
37.-MIGUEL MUÑOZ (1547-1553)
38.-PEDRO DE CASTRO (1553-1561)
39.-BERNARDO DE FRESNEDA (1562-1571)
40.-GASPAR DE QUIROGA (1571-1577)
41.-RODRIGO DE CASTRO (1578-1581)
42.-GÓMEZ ZAPATA (1582-1587)
43.-JUAN FERNÁNEDEZ VADILLO (1587-1595)
44.-PEDRO PORTOCARRERO (1597-1600)
45.-ANDRÉS PACHECO (1602-1622)
46.-ENRIQUE PIMENTEL (1623-1653)
47.-JUAN FRANCISCO PACHECO (1653-1663)
48.-FRANCISCO ZÁRATE TERÁN (1664-1679)
49.-ALONSO ANTONIO SAN MARTÍN (1681-1705)

OBISPOS DEL SIGLO XVIII HASTA HOY:
50.-MIGUEL DEL OLMO (1706-1721)
51.-JUAN DE LANCASTER (1721-1733)
52.-DIEGO DE TORO Y VILLALOBOS (1734-1737)
53.-JOSÉ FLÓREZ OSORIO (1738-1759)
54.-ISIDRO DE CARVAJAL LANCASTER (1760-1771)
55.-SEBASTIAN FLORES PAVÓN (1771-1777)
56.-FELIPE ANTONIO SOLANO (1779-1800)
57.-ANTONIO PALAFOX Y CROY (1800-1802)
58.-RAMÓN FALCÓN SALCEDO (1803-1826)
59.-JACINTO RAMÓN RODRÍGUEZ (1827-1841)
60.-JUAN GUALBERTO RUIZ (1847-1848)
61.-FERMÍN SÁNCHEZ ARTESERO (1849-1855)
62.-MIGUEL PAYÁ Y RICO (1858-1874)
63.-SEBASTIÁN HERRERO ESPINOSA (1875-1876)
64.-JOSÉ MORENO MAZÓN (1877-1881)
65.-JUAN MARÍA VALERO NACARINO (1882-1890)
66.-PELAYO GONZÁLEZ CONDE (1891-1899)
67.-WENCESLAO SANGÜESA (1900-1922)
68.-CRUZ LAPLANA Y LAGUNA (1922-1936)
69.-INOCENCIO RODRÍGUEZ DÍEZ (1943-1973)
70.-JOSÉ GUERRA CAMPOS (1973-1996)
71.-RAMON DEL HOYO LÓPEZ (1996-2006)
72.-JOSÉ MARÍA YANGUAS SANZ (2006.Obispo actual)

domingo, 2 de enero de 2011

EL SALÓN CHINO DEL PALACIO DE LA COTILLA


Con ocasión de una visita oficial, o protocolaria, tuve la oportunidad de conocer por primera vez no hace mucho, después de su restauración, tres de los detalles monumentales que durante los últimos tiempos ha recuperado para la ciudad el Ayuntamiento de Guadalajara. Restos honorables de nuestro pasado los tres, sacados a la luz para gozo y admiración de propios y extraños. Se trata del torreón del Alamín; de la capilla de Luis de Lucena, anexa a la desaparecida iglesia de San Miguel del Monte en la cuesta que lleva su nombre, y el Salón Chino del palacio de la Cotilla. Los tres están hoy a disposición del público, pueden ser visitados por quienes lo deseen durante los fines de semana. Sin duda, un atractivo importantísimo para esta ciudad cargada de encantos, pero que el turismo se resiste a visitar con la frecuencia que merece. Sin duda, algo más de lo que se hace habrá que hacer para evitarlo. Es verdad que la ciudad de Guadalajara nunca destacó ante el gran público como punto final de atractivos turísticos, pero habremos de reconocer, empezando por quienes vivimos en ella, que cuenta hoy con motivos bastantes para deleitar a quienes lleguen a ella atraídos, aunque sólo sea, por la escasa distancia que le separa de Madrid. Luego, una vez abierta la brecha, el turismo llama al turismo. Algún día no muy lejano dedicaremos nuestra sección a esos asuntos.
De los tres lugares –que ya conocía antes de su reparación, en horas de abandono- hoy me voy a referir al más sorprendente de todos, al menos por lo que tiene de inesperado después que la mano del restaurador le haya dedicado largas y pacientes horas de trabajo. Hablamos del Salón Chino del palacio de la Cotilla, residencia que fue de los marqueses de Villamejor en la antigua carretera de Zaragoza.
El edificio que acoge a este singular salón merece por sí sólo ser conocido. El Ayuntamiento de la ciudad lo incorporó a su patrimonio por expropiación forzosa en el año 1972, y hoy se dedica a sede de las escuelas municipales de música, danza y artes plásticas. El hecho de haber servido como residencia familiar de aquella destacada familia guadalajareña, de la cual fue el más conocido de sus miembros el Conde de Romanones, nos puede dar una idea de su magnificencia, sin que ahora, una vez restaurado, sea preciso echar mano al recurso de la imaginación. Su origen podría fecharse en la primera mitad del siglo XVI, y en su construcción se respetó el estilo particular de la época, con materiales (ladrillo visto y mampostería intercalada) al uso de los palacetes de la Campiña y de la Alcarria, tan frecuentes en nuestros pueblos y villas en los que la nobleza guadalajareña clavó raíz.
Pero, aunque bien valdría la pena como edificio importantísimo de la ciudad, no es al palacio de la Cotilla en su conjunto al monumento que en esta ocasión vamos a dedicar nuestro espacio, sino al más sorprendente de sus salones, al que algunos llaman Salón Oriental y otros Salón Chino, con el que se nos antoja pasará a los anales de la ciudad como pieza única e incomparable, naturalmente que se trata del salón principal que en sus mejores horas tuvo el palacio, y que a nosotros se nos ocurre imaginar en todo su esplendor, tal y como nos lo muestra la bella fotografía de foto-estudio Reyes, tomada hace casi tres cuartos de siglo, y que hoy ha tenido la gentileza de cedernos para su publicación en este trabajo.
He vuelto a pasar por el salón hace sólo unos días para tomar algunas fotos. En aquel momento giraba visita un grupo de jóvenes universitarios procedentes de distintos lugares de España. El grupo de muchachos llevaba como espiquer a Raúl Lozano, guía turístico titulado, a quien a veces sorprendemos explicando la maravilla de su fachada frente al palacio de los duques del Infantado ante un grupo de visitantes, por lo general la mar de variopinto. Contar con Raúl Lozano como guía oficial ha sido, naturalmente que con las restauraciones de las que antes hablamos, el primer intento serio por colocar el nombre de Guadalajara en el panel de ciudades españolas que merecen ser conocidas.
Llegamos al palacio de la Cotilla cerca del medio día de un sábado apacible, en el que la bonanza de la mañana se había aliado con el grupo de muchachos que llegaban allí –viajando en autobús, naturalmente-, con el aspecto característico de quienes han visto muchas cosas en poco tiempo, demasiadas cosas, en una visita marcada por el correr del reloj sin contar siquiera con lo que todavía les quedaba por ver: el panteón de la Vega del pozo, el palacio del Infantado, la capilla de Luis de Lucena, el torreón del Alamín, y ahora el Salón Chino del palacio de la Cotilla. Una estancia apacible, inesperada, infrecuente, donde el visitante no sabe siquiera qué preguntar porque la mente es toda una pregunta, una duda que crece a medida que se van viendo estampadas en los cuatro muros del salón las escenas increíbles a las que no se acierta a dar crédito. Me hubiera gustado saber cuántos, si quinientos, si mil, si dos mil, son los personajes que hay representados en las diferentes escenas orientales que adornan la sala. La pregunta, por inconveniente, seguro que se hubiese quedado sin contestar por parte del guía; pues nadie, creo yo, habrá tenido la paciencia de meterse en esa tarea, pero por ahí debe de andar, en torno a los mil, el número de chinitos y chinitas representados.
Las pinturas, hechas a mano casi todas ellas sobre papel de arroz por artistas orientales, y venidas a España creo que por vía Marsella para decorar el salón de té de los señores marqueses de Villamejor, impresionan en su conjunto, si bien, dada la manera de entender la vida y de desenvolverse en países tan lejanos a los nuestros en épocas imperiales por su lugar de origen, nos complican demasiado a la hora de entender el qué y el porqué de las escenas en magnífico color que vemos allí: el divo imperial portado a hombros en silla gestatoria; el mismo personaje, ahora sentado en su trono y rodeado de súbditos y de árboles extraños, pero de una belleza indudable; hombres y mujeres adorantes u ocupados en raros quehaceres, es la conclusión, siempre surrealista, que el profano suele sacar al vivir aquella experiencia. Sin duda, y con el interior del panteón de la Vega del Pozo, es ésta del Salón Chino la imagen que con más fuerza se graba en el recuerdo de los que pasan por allí, y que muy pocos guadalajareños conocen hasta el momento.
Hace seis u ocho años que vi por primera vez el salón. Estaba completamente abandonado. Los trozos de papel despegados y rotos colgaban de las paredes. Servía de almacén trastero, de nido de polvo y de polillas sin que a lo largo de muchos años nadie se hubiera fijado en él, y mucho menos que en la mente de alguien que hubiese podido hacerlo, se plantease la posibilidad de su restauración. El Ayuntamiento afrentó al fin la tarea y Guadalajara debe agradecerlo. Iván Camacho, Lucia Casado y Ángel Camacho, fueron los pacientes a inspirados restauradores. A unos y otros llega también nuestra gratitud, y de manera indirecta también, ¡por qué no decirlo!, a aquellas familias pudientes que, tal vez sin pretenderlo, dejaron para la capital un legado admirable. Gracias a todos. Y a los lectores, que a veces siguen nuestros consejos, animarles a pasar por allí cualquier fin de semana; estoy seguro de que saldrán satisfechos. Hagamos algo por Guadalajara; pero, eso sí, empezando por nosotros mismos.


(En la foto, un detalle de las pinturas del Salón Chino)