sábado, 4 de enero de 2014

LA RUTA DE LA LANA A SU PASO POR GUADALAJARA


La primera vez que tuve noticia de la Ruta de la Lana, fue por los componentes de la Asociación Amigos del Camino de Santiago de la provincia de Cuenca. En principio no le di mayor importancia, ni quise entrar en el juego pensando que como otras cosas más, la idea pasaría a mejor vida al poco de nacer. Después, conociendo más datos, y teniendo en cuenta que los peregrinos españoles de toda la zona Centro, Levante y Andalucía que quisieran peregrinar a la Tumba del Apóstol, como ya lo hacían muchos extranjeros, tendrían su propio camino, además del llamado Camino Francés que con todo su mérito pasó a la Historia. La rediviva Ruta de la Lana tiene mucho que decir en este sentido.
           
El impacto que produjo en tiempos del Medievo la aparición de la tumba del Apóstol Santiago en tierras gallegas, tuvo una fuerte repercusión en toda Europa, desarrolló y puso al día la cultura en nuestro país, llegando su influencia -cada vez más debilitada- a saltar por encima de los siglos hasta nuestros días. Durante las últimas décadas todo apunta a que el interés por visitar la tumba del Patrón de España ha vuelto a despertar un cierto deseo de cubrir dicha ruta, bien en su conjunto o sólo en partes, por un importante sector de la población española, lo que no deja de significar un cierto florecimiento.
            Por devoción unos, por cumplir duras penitencias otros, nunca por moda o por esnob conocidos los muchos inconvenientes del trayecto, fue durante siglos un continuo fluir el de los peregrinos que de toda España, y más todavía del resto de Europa cruzando los Pirineos, los que acudían caminando a pie por determinadas rutas hasta el Campus Stelae, Compostela, es decir hasta el lugar en el que en el siglo IX se descubrió por el milagro de la estrella el cuerpo de Santiago Apóstol, el hermano mayor de los Hijos del Trueno.
            De las diversas rutas a Compostela, se ha de considerar como la primera de ellas al llamado Camino Francés, por el que solían venir en buena parte los peregrinos de todo el continente, a través de Roncesvalles, Burgos, León, hasta el propio Santiago, con medio centenar de etapas intermedias por las que hoy podemos encontrar un importante legado cultural, en monumentos sobre todo, consecuencia indirecta, pero consecuencia al fin, del paso de los peregrinos y de su importante influencia en nuestra cultura nacional, con especial impacto durante los siglo XI al XIII, que fueron los de su apogeo. Con Jerusalén y Roma ha sido -y sólo en parte durante los años jacobeos lo sigue siendo hoy- Santiago de Compostela el lugar de mayor afluencia de peregrinos de toda la Cristiandad.

            Por la misma razón y con el mismo fin surgieron en la península otras rutas menores teniendo como estación términi la Ciudad del Apóstol. Una de las más conocidas fue la llamada “Ruta de la Lana”, que partiendo de la Región Levantina y atravesando casi en toda su longitud las provincias de Cuenca y Guadalajara, se unía al ya dicho Camino Francés en la ciudad de Burgos. Es a ésta a la que por proximidad, y porque considero debe darse a conocer, dedicamos hoy este trabajo; no sin antes agradecer a la “Asociación Alcarreña de Amigos del Camino de Santiago, que preside José Luis Bartolomé, el detalle de haberme felicitado las fiestas de Navidad con interesante plano explicativo, plegable, a manera de guiño para que lo tomase en consideración y publicase algo al respecto, cosa que hago, además con sumo gusto.
            El nombre de “Ruta de la Lana” es debido a que utiliza los mismos caminos que en su tiempo, y aun en anteriores, emplearon los pastores y ganaderos medievales para llevar su preciado producto a las famosas ferias de Mediana del Campo y de la ciudad de Burgos. Serranos y alcarreños de Cuenca y Guadalajara que, como bien sabemos, fueron grandes productores de lana cuando ésta llegó a ser todo un artículo de lujo.
            La Ruta actual es muy extensa; pues parte desde Alicante y concluye en Burgos, como antes se ha dicho; las provincias que recorre son Alicante como punto de partida, Albacete, Valencia, Cuenca, Guadalajara, Soria y parte de Burgos. A lo largo de tan largo trayecto existen casi un centenar de lugares de los que queda constancia que fueron escalas de descanso. Si tenemos en cuenta el hecho de que en la actualidad estamos hablando de una recreación del antiguo camino, y de que poco a poco se va utilizando como “ruta jacobea”, hasta el punto de contar en cada provincia con su correspondiente asociación, el interés será algo que de alguna manera nos compete a todos, primero para conocerlo, después para promocionarlo, y en tercer lugar para utilizarlo como ruta en algunos de nuestros viajes; ya que el valor cultural y por tanto el interés turístico de varias de las escalas puede ser uno de sus principales atractivos. Ni qué decir que los primeros interesados deberán ser los propios municipios situados a lo largo del trayecto, de los que hasta el momento el Ayuntamiento de Trillo, que ha patrocinado el panel plegable del que antes hablé, podría servir de ejemplo para otros muchos.
            La revitalización o recreación propiamente dicha de la Ruta de la Lana, según se informa en el referido documento, se debe a la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Cuenca, “verdaderos artífices e impulsores recientes de este camino, habiendo colaborado siempre la de Guadalajara en el mantenimiento, señalización, albergues, etc.” En otro apartado se señala que la Ruta, “en todo su recorrido por esta provincia está dotada de infraestructuras suficientes para satisfacer las necesidades del peregrino.”        
            La entrada a la provincia de Guadalajara, después de haber recogido el testigo que le dan en Valdeolivas, último de la Alcarria de Cuenca, tiene en Salmerón su primera parada, en donde se dispone de albergue de peregrinos, bar, bar, farmacia y tienda; continúa por Viana, Trillo en donde existe toda clase de servicios; sigue por Pareja, Cifuentes, Mandayona, Pelegrina y Sigüenza, existiendo en esta última como en Trillo y Cifuentes todos los servicios que el peregrino pueda necesitar, incluidos hotel, Centro médico, taxi, farmacia, albergue, Oficina de información, casa rural, restaurante y otros. Hasta la Sierra Norte, a través de Palazuelos, Baides y Huérmeces del Cerro, se llega a Atienza, la Muy Noble y Muy Leal Villa Realenga, de la que escribió Galdós, donde así mismo existen toda clase de servicios. Y de allí nos falta por cubrir las dos últimas escalas en tierras de Guadalajara: Romanillos de Atienza y Miedes, en donde hay restaurante, albergue y casa rural. Después, la provincia de Soria por Retortillo.

            Ante esta realidad con apariencia de ensueño, y si se tiene en cuenta la apremiante necesidad de apoyo que precisas el medio rural en su conjunto y muy especialmente en las comarcas castellanas por las que cruza la Ruta de la Lana, se impone por parte de los que somos o vivimos en ellas una especial atención hacia esta fuente de ayuda y reconocimiento a nuestras tierras, que emerge reavivando una vieja actividad religioso-cultural tan unida a nuestra historia. Observamos que a lo largo de su recorrido Guadalajara tiene mucho que ofrecer a los posibles peregrinos que decidan utilizar esta ruta, tanto si se refiere al paisaje por donde transcurre como a los monumentos que salen a su paso. Y pienso en parajes y estancias tan llamativos y diversos como Trillo, Cifuentes, el Barranco del río Dulce, Sigüenza, Palazuelos, Atienza, Miedes…, todo un programa para ver, conocer y entusiasmarse. Eso sí, contando con el apoyo de todos, y de un modo muy especial de aquellos que tienen en sus manos la posibilidad de hacerlo con una mayor eficacia. A las autoridades locales y provinciales me refiero. 

(En las fotos: Río Tajo a su paso por Trillo; Fuente de la Alameda y torres de la Catedral de Sigüenza; Fuente dieciochesca en la villa de Miedes)