Ocupa toda esta comarca -la más oriental de la provincia- una extensión muy próxima a la tercera parte del conjunto total de las tierras de Guadalajara, es decir, unos 4.000 kilómetros cuadrados. Sus límites territoriales quedan perfectamente definidos por razones históricas, si bien, se le agregaron posteriormente, cuando la reorganización administrativa en partidos judiciales, algunos municipios más de la comarca de Maranchón.
Una inmensa paramera ocupa gran parte de las tierras del Señorío, con una altitud media que sobrepasa los 1.100 metros, en donde se han llegado a registrar (cuarenta grados negativos) las temperaturas más bajas de España.
Son sus sierras principales las de Aragoncillo y Caldereros, que lo dividen en zonas bien diferenciadas que a su vez se reparten en las famosas sexmas, según sus peculiaridades y características más destacadas, y que son: Sexma del Pedregal, en donde quedan las minas de hierro de Sierra Menera; Sexma del Sabinar, boscosa, con abundancia de sabinas, de pinos silvestres y de marojos; Sexma de la Sierra, la más espectacular paisajísticamente de todas ellas, en donde se puede incluir una buena parte de la comarca natural del Alto Tajo; Sexma del Campo, vertiente hacia Aragón en la tierra más meridional del Señorío, con los términos cerealistas de La Yunta, Campillo de Dueñas y Tortuera. Los ríos más sobresalientes, aparte del joven Tajo, son el Gallo o río de la ciudad de Molina, el Mesa y el Cabrillas.
Molina de Aragón es el centro y la capitalidad de todo el Señorío de su nombre; Villel de Mesa, Milmarcos, Tartanedo, Checa, Corduente, Alustante y Orea, son sus poblaciones principales, si bien, el número de habitantes, salvo en la propia Molina, ha descendido considerablemente en las últimas décadas.
Como detalle característico de estas tierras, merecen referencia especial los palacetes o casonas solar de rancio abolengo que aparecen por toda la comarca molinesa, detalle que no suele faltar en cada una de las villas y lugares del Señorío, marcadas por escudos nobiliarios en memoria de las muchas familias de hidalgos que por allí vivieron. Así mismo dan carácter a sus pueblos los típicos pairones molineses, a modo de cruceros, que presiden y guardan las entradas de casi todos los caminos de acceso a cada lugar, dedicados siempre a uno o varios santos protectores.
Los municipios que se agregaron en 1834 al partido judicial de Molina, pero que no formaron parte de su histórico Señorío son los siguientes: Anquela del Ducado, Balbacil, Ciruelos, Clares, Codes, Luzón, Maranchón, Mazarete, Peñalén, Poveda de la Sierra, Tobillos y Turmiel. Tampoco el pueblo de La Yunta, situado en los rayanos con tierras de Aragón, fue considerado como parte del Señorío, debido a que los señores de Molina lo donaron a la Orden de San Juan, lo que le permitió regirse bajo administración y jurisdicción propias.
Una inmensa paramera ocupa gran parte de las tierras del Señorío, con una altitud media que sobrepasa los 1.100 metros, en donde se han llegado a registrar (cuarenta grados negativos) las temperaturas más bajas de España.
Son sus sierras principales las de Aragoncillo y Caldereros, que lo dividen en zonas bien diferenciadas que a su vez se reparten en las famosas sexmas, según sus peculiaridades y características más destacadas, y que son: Sexma del Pedregal, en donde quedan las minas de hierro de Sierra Menera; Sexma del Sabinar, boscosa, con abundancia de sabinas, de pinos silvestres y de marojos; Sexma de la Sierra, la más espectacular paisajísticamente de todas ellas, en donde se puede incluir una buena parte de la comarca natural del Alto Tajo; Sexma del Campo, vertiente hacia Aragón en la tierra más meridional del Señorío, con los términos cerealistas de La Yunta, Campillo de Dueñas y Tortuera. Los ríos más sobresalientes, aparte del joven Tajo, son el Gallo o río de la ciudad de Molina, el Mesa y el Cabrillas.
Molina de Aragón es el centro y la capitalidad de todo el Señorío de su nombre; Villel de Mesa, Milmarcos, Tartanedo, Checa, Corduente, Alustante y Orea, son sus poblaciones principales, si bien, el número de habitantes, salvo en la propia Molina, ha descendido considerablemente en las últimas décadas.
Como detalle característico de estas tierras, merecen referencia especial los palacetes o casonas solar de rancio abolengo que aparecen por toda la comarca molinesa, detalle que no suele faltar en cada una de las villas y lugares del Señorío, marcadas por escudos nobiliarios en memoria de las muchas familias de hidalgos que por allí vivieron. Así mismo dan carácter a sus pueblos los típicos pairones molineses, a modo de cruceros, que presiden y guardan las entradas de casi todos los caminos de acceso a cada lugar, dedicados siempre a uno o varios santos protectores.
Los municipios que se agregaron en 1834 al partido judicial de Molina, pero que no formaron parte de su histórico Señorío son los siguientes: Anquela del Ducado, Balbacil, Ciruelos, Clares, Codes, Luzón, Maranchón, Mazarete, Peñalén, Poveda de la Sierra, Tobillos y Turmiel. Tampoco el pueblo de La Yunta, situado en los rayanos con tierras de Aragón, fue considerado como parte del Señorío, debido a que los señores de Molina lo donaron a la Orden de San Juan, lo que le permitió regirse bajo administración y jurisdicción propias.
(En la fotografía: "El río Gallo a su paso por el puente románico de Molina de Aragón")
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