lunes, 2 de julio de 2012

LA CATEDRAL DE CUENCA ( I I )



(CONTINUACIÓN)

La Capilla del Pilar es la última que se realizó en el tiempo. Data del año 1770. Fue decorada por el artista turolense José Martín de la Aldehuela. En la bóveda hay una pintura mediocre que representa la "Coronación de la Virgen". Bajo las baldosas de esta capilla está enterrado el obispo Sangüesa y Guía, el mismo que emprendería la construcción del nuevo puente de San Pablo, y vivió la tragedia del hundimiento de la torre mayor de la catedral en 1902.


La Capilla de los Apóstoles se debe al canónigo García de Villarreal, que la fundó en el año 1538. Posee una extraordinaria reja atribuida a Cristóbal de Andino. El retablo princi¬pal del siglo XVI, se adorna con doce tablas que representan a los Apóstoles y unos altorrelieves con escenas de la Resurrección, de la Ascensión y del Padre Eterno.
Siguiendo por la nave de la Epístola, se llega a la Capilla de San Antolín. Data del siglo XVI. En ella hay un artístico friso de estilo mudéjar y dos tablas de Joannes, con las imágenes de San Juan y de San Antolín. La pila bautismal queda en el centro de esta capilla.


En la Capilla del Obispo, con artística reja del XVI rematada por "El Bautismo de Cristo", existen algunos relicarios y buenas tablas de Villadiego. En el altar mayor está la imagen del obispo San Julián.
Más adelante se ven sobre el muro lateral las laudas sepulcrales, procedentes del antiguo claustro, de los obispos Don Juan Yáñez, primer obispo de Cuenca; de don Lupo, obispo del siglo XIII; de Don Pedro Laurencio, y de don García, el inmediato sucesor de San Julián.
La Capilla de San Martín sigue estando en la nave de la derecha, frente al Altar Mayor. La fundó don Martín de Huélamo, tesorero de la Catedral hacia el año 1530. Se cierra con un artístico cancel de hierro, obra de Hernando de Arenas. El altar, atribuido a Giraldo de Flugo, posee buenas tallas de madera y medallones de alabastro. En el altar está la talla policroma de su titular, el obispo de Tours a caballo, repartiendo su capa con un mendigo.
Capilla de la Virgen del Sagrario, barroca del siglo XVIII. Fue erigida por el obispo Pimentel para colocar en ella la imagen de Nuestra Señora del Sagrario, la que, según la tradición, llevaba Alfonso VIII sobre al arzón de su caballo el día que conquistó Cuenca. En ella puede apreciarse la excelente rejería de Hernando de Arenas y buenas pinturas de Andrés de Vargas. Muy cerca de la reja están los sepulcros de los Montemayor (el Mozo y el Viejo), bajo un arco de medio punto. Ambas estatuas yacentes fueron labradas en el siglo XV.


La Sacristía Mayor es una sala extensa de estilo ojival con un juego impresionante de nervaduras recorriendo la bóveda. Se construyó a expensas del caballero santiaguista don Nuño Alvarez de Fuentencalada. Conserva en su interior una artística cajonería de nogal, diseñada en 1784 por Ventura Rodríguez. Aquí se luce en una hornacina frontal el busto de "La Dolorosa" de Pedro de Mena. También del mismo imaginero se custodia en esta sacristía una talla policromada de la Virgen de Belén. Además de los finos dorados de sus retablos y del tesoro en pinturas que todavía queda, es justo referirse a la mesa de mármol de una sola pieza que ocupa el centro de la sacristía, extraída de los gigantescos bloques de piedra que se acarrearon desde la Serranía de Cuenca.


Si continuamos andando por las salas y capillas situadas frente a la girola, llegaremos a la Sala Capitular. Se accede a ella por una magnífica portada del XVI, que muestra bajo su arco un bello altorrelieve con "La Adoración de los Pastores". Es casi seguro que todas las obras de talla que existen en esta sala se realizaron durante el episcopado de don Diego Ramírez de Fuenleal. Dentro son varias las puertas talladas con admirable maestría; algunas de cuyas escenas se atribuyen con no mal criterio al genio en persona de Alonso de Berruguete. También son aquí dignos de admirar el artesonado mudéjar y unas buenas pinturas de Andrés de Vargas.
Justo en el eje de la girola queda la Capilla del Corazón de Jesús, o Capilla Honda. Lo más valioso que en ella hay es el artesonado mudéjar que la cubre; sin duda, el mejor de la catedral. No se luce como debiera ser, después de haber sido elevado el pavimento en reformas posteriores a su construcción.
También en el eje de la girola, pero en la parte opuesta, se encuentra el Altar de San Julián o Transparente. La primera idea para su construcción se debió al obispo don Antonio de San Martín, hijo natural del rey Felipe IV, que mandó levantarlo a sus expensas. El proyecto y la ejecución del mismo se deben a Ventura Rodríguez. Todo él está recubierto de jaspes y mármoles, bronces y dorados; y el altar, formado por bellos altorrelieves de Francisco Vergara, va fechado en 1753. Hasta su profanación en 1936, se guardaron en este altar, dentro de urna de plata, los restos de San Julián procedentes de la llamada Capilla Vieja. A sus pies están las tumbas de los últimos obispos ya fallecidos que rigieron la diócesis: el beato Cruz Laplana, don Inocencio Rodríguez Díez y don José Guerra Campos.


Contiguo a la puerta de la Capilla Honda queda el altar de la Quinta Angustia, con una buena imagen de la Copatrona de Cuenca, probablemente del siglo XVI. Le sigue la Capilla de la Asunción, cerrada con buena reja de Hernando de Arenas. Tuvo dentro dos pequeñas estatuas de Mariano Benlliure, donadas por la familia Lasso.
En la Capilla de Santiago puede verse otra artística reja, esta de Alonso Beltrán. Algunos de los cuadros que se guardan en su interior han sido atribuidos a Rubens, si bien, lo más interesante que en ella hay son los dos sepulcros góticos del siglo XV que se encuentran en el muro frontal. Pertenecen estos enterramientos al obispo don Alonso Martínez y a un caballero santiaguista cuya identidad se desconoce.
Algo más adelante, ahora en el respaldo del ábside y en la cara opuesta de la nave, se puede ver el pequeño oratorio y enterramiento de don Sebastián de Covarrubias y Orozco. Ostenta por encima del remate de la portada los escudos familiares de estos dos apellidos. Sólo existe en su interior un altar de escasas dimensiones, y un cuadro expresivo de "Cristo atado a la columna" sobre el que, durante siglos quizás, los estudiantes de Cuenca descargaron sus devociones. (Continuará)

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