domingo, 31 de enero de 2010

ATIENZA, UNA VILLA REALENGA


Villa situada al norte de la provincia de Guadalajara. Tiene una población, incluyendo la de sus lugares anejos, de 433 habi­tantes. Dista de la capital 81 kilómetros, y su altura sobre el nivel del mar es de 1.169 metros.
Ya existía Atienza en la época celtíbera con el nombre de Tithia, ciudadela colocada en sitio estratégico que conquista­rían después para Roma los ejércitos de Escipión. En el año 989, tiempo de los árabes, fue destruida y arrasada por Alman­zor, para levan­tar de nuevo sus muros poco después los propios musulmanes, construyendo, además, una fortísima alcazaba sobre las peñas que la coronan al noroeste.
En el año 1085, el rey Alfonso VI la incorpora al reino de Castilla, mientras que Alfonso I de Aragón, poco más tarde, iniciaría las obras de la primera muralla protectora y conver­tiría la antigua alcazaba en castillo inexpugnable. Alfonso VII le concedió su propio fuero a mediados del siglo XII, llegando a su periodo de máximo esplendor en tiempos de Alfon­so VIII de Casti­lla, el rey que en agradecimiento al pueblo de Atienza por haberle liberado siendo niño de las garras ambi­ciosas de su tío Fernando II de León, se volcó en dádivas y privilegios entre los que cabe destacar un segundo cerco de murallas, la construcción de varias iglesias románicas, así como unas Ordenanzas para su popular cofradía de La Caballada. Se cree que la población de Atienza en aquellos tiempos rondó de cerca las diez mil personas.
Vino su decadencia a partir del reinado de los Reyes Católi­cos. Fue huésped de la villa el rey Felipe V cuando la Guerra de Sucesión, y en ella asentaron sus cuarteles genera­les El Empeci­na­do y el General Castaños durante la Guerra de la Independencia; siendo saqueada, desvalijadas sus iglesias, e incendiadas por los ejércitos franceses más de cien vivien­das humildes de los barrios de extramuros.
De las doce iglesias que tuvo Atienza quedan en la actua­lidad siete, todas reedificadas o restauradas poste­riormente: La Virgen del Val, que es la más antigua que existe en la villa; Santa María del Rey, al pie del castillo con inte­resante portada románi­ca, ahora habilitada como sala de concieertos y exposiciones; San Gil, que hoy sirve de Museo; San Bartolomé, con bello atrio porticado, también románico; El Salvador, posesión particu­lar; La Trinidad, que es todo un muestrario de estilos; y San Juan del Mercado, la actual parroquia, con incomparable riqueza en retablos e imaginería.
Atienza, monumento nacional en su conjunto, cuenta con bellísimos edificios acordes con su rango y con su historia. Las dos plazas mayores: la de España y la del Trigo, son una sosegada evocación de la Castilla antañona, sin que al parecer hayan pasado los siglos por su arquería y por sus piedras. Dentro de lo que pudiera llamarse arte atencino, cuenta la villa con retablos valiosísimos en sus iglesias que enmarcan pinturas de del Arco y de otros artistas del siglo XVII; rica orfebrería, cruces procesionales en plata repujada, imágenes de los Carmona y un sinfín de escudos heráldicos y de relieves en sus calles que perpetúan un pasado glorioso. Sobre la villa toda se levanta el monumental castillo roquero, despojo de otros tiempos donde privó la discordia. Atienza es hoy centro de especial interés para turistas y estudiosos del arte.

(En la fotografía, el famoso Arco de Arrebatacapas en la muralla y tiendas de recuerdos)

martes, 26 de enero de 2010

TIERRAS DE CUENCA. TOMO Nº 8


El periodista y escritor José Luís Muñoz Ramirez, acaba de publicar el tomo nº 8 de la colección “Tierras de Cuenca” que con tanto tesón y buen sentido comenzó años atrás. Se trata, sin duda, de la serie más completa de cuanto hasta el momento se ha escrito acerca de nuestra provincia, a la que tantos hemos prestado nuestro tiempo y nuestra pluma para darla a conocer. En los libros que componen esta colección se advierte no sólo el valor innegable de la prosa magistral de José Luís Muñoz, sino también la estela del esfuerzo que le debe estar costando el sacar adelante tan formidable proyecto: la provincia de Cuenca dividida en un puzle de veinte o de más fragmentos, según las características de cada comarca, y escribir e ilustrar un libro sobre cada uno de ellos. La Serranía, la Alcarria, y la Mancha conquenses, servidas en minuciosas dosis con un completo contenido cada una, en tratados de doscientas páginas aproximadamente presentados en papel de excelente calidad, y con un verdadero alarde de fotografías en color tomadas y tratadas por el mismo autor, hay que considerarlo sin reservas como una obra grandiosa, trascendente mirando al futuro, que Cuenca y los conquenses debemos conocer y agradecer en su medida justa. Pueblos, costumbres, paisajes y monumentos, saberes perdidos en la memoria de los lugareños, encuentran en los libros de esta colección una salida a la luz pública difícilmente superable. El tomo que acaba de aparecer en los escaparates de las librerías se titula Senderos junto al río, y se ocupa de los distintos pueblos de una buena parte del curso medio del Júcar, desde la salida de la capital, pasando por la Gran Valeria, el Valle del Júcar, el corazón de la Obispalía o el sexmo de Altarejos, toda una serie de villas, lugares y aldeas, aparecen en él con sus imágenes y sus vivencias. Relato elaborado de un viaje de varias jornadas, del caminar meticuloso por tierras muy iguales y muy distintas. Cuenca en pequeños fragmentos, una oferta informativoliteraria nada común, es parte del trabajo incesante de un autor, que se ha propuesto emplear muchas horas de su vida en dar a conocer la provincia de Cuenca en toda su extensión y en todo su contenido. La edición está patrocinada por la Diputación Provincial de Cuenca y por Ediciones Olcades.

viernes, 22 de enero de 2010

PALEONTOLOGÍA GUADALAJAREÑA


Son numerosas las especies de animales petrificados que aparecen en distintas zonas de la geografía provincial, perte­necientes a las eras Primaria, Secundaria y Terciarla, ante­riores a la aparición del hombre. Hay estudios más o menos extensos de Paleontología Provincial, de entre los que es preferible y reco­mendable por su contenido y forma de exponer­lo, el publicado en 1984 por el sacerdote y médico don Agustín González Martínez, breve en extensión, pero sin el menor desperdicio al tratar el tema de los fósiles, sus épocas y yacimientos más representati­vos.
Conviene reseñar que existen yacimientos -no todos- en donde los ejemplares que suelen aparecer son numerosísimos, y que el hecho en sí de coleccionar esta clase de piezas no es tarea excesivamente complicada para quienes recorran con ese fin la comarca de Molina de Aragón, así como los blancales de la Sierra de Atienza. Tomando por base su antigüedad, podrían destacarse, un poco a grandes rasgos:
Era Primaria: Trilobites del período Silúrico en Canales de Molina y orthoceras en Cañamares. Del período Devónico existen favosites, braquiópodos, tentaculites, cefalópodos, segmentos de la familia de los erizos y alguna especie más en Cercadillo.
Era Secundaria: Del período Triásico se encuentran mine­rales en distintos lugares de la provincia, pero pocos fósi­les. Del Jurásico abundan las especies en todas las modalida­des posibles: terebrátulas, spiriferinas, rynchonellas, belem­nites, plagiosto­mas, pecten, chlamys, plicátulas, ammonites fragmentados, gasteró­podos, desde el caracol en forma de pirámide a los erizos y ostras; todo en un sólo yacimiento situado en las inmediaciones de Torremochuela. Del período Jurásico pueden destacarse entre otros los yacimientos de Anquela del Pedregal y de Alustante, siendo abundantes las piezas catalogadas como ammonites, esponjas, trigonias, espi­nas de erizo, corales y patas de crustáceo. Del Cretáceo quedan como mejor muestrario los diferentes yacimientos que podemos situar en los términos de Condemios de Arriba y Canta­lojas, siendo las especies más comunes los lamelibránquios o exogyras, terebrátulas, patas de cangrejo asidas a piedras cali­zas, erizos y caracoles. Otros yacimientos de este período existen en Atienza, Angón y Rueda de la Sierra.
Era Terciaria: Ocupa por extensión media provincia de Guada­lajara, pero es muy pobre en fósiles. Se han encontrado algunos ejemplares de esta época en Jadraque, donde suelen hallarse caracoles de agua dulce con concha en espiral, y en algunos lugares de la Alcarria, como en Horche o en Pastrana. De esta época existen huesos de animales petrificados en Huérmeces y en Córcoles.
Por muchos pueblos molineses y por otros del poyal supe­rior de la Sierra de Atienza, suelen verse buenos ejemplares de fósiles incrustados en las paredes de las casas y que sirven de adorno, especialmente caracoles del Cretáceo y rynchonellas del período Jurásico que en los pueblos de Molina conocen por "palomicas".
No hace mucho tiempo, en plena década de los años ochenta del pasado siglo, y como consecuencia de unos sondeos para detectar la riqueza de uranio en el subsuelo de aquella zona, se descubrió un importan­te yacimiento de fauna fosilizada en el término muni­cipal de Córco­les. Mas de ochenta especies distintas lo for­man, macro­mamíferos entre ellas, con cerca de dieciocho millo­nes de años, pertene­cien­tes en su mayoría al período Mioceno Infe­rior. Como piezas más importantes se han hallado restos del orycteropus, propio de África, pero desconocido en Eurasia hasta ahora, así como del eotragus artenensis, primera especie de bóvido que aparece en Europa. El descubrimiento casual de estas piezas en Córcoles ha venido a suponer una verdadera revolución de planteamientos para el estudio de la Paleontolo­gía.

(En la imagen, muestrario de fósiles en un museo de Atienza)

martes, 12 de enero de 2010

RECUERDO DE CASTEJÓN, EN LA ALCARRIA DE CUENCA


Fue allá por los primeros años de la década de los setenta. La casualidad -una de esas extrañas, y a veces gratas coincidencias que nos regala la vida-, quiso que me volviera a encontrar, después de mucho tiempo, con mi amigo Carlos Ochando, compañero de curso en la Escuela Normal de Cuenca. Llegamos por unas mismas fechas como colegas de profesión a la ciudad valenciana de Alcira.
No fue preciso establecer una nueva amistad, pues ya existía desde nuestros años jóvenes. Cuando nos volvimos a encontrar éramos unos respetables padres de familia. Alicia Perales, su mujer, conquense de Castejón y maestra de nuestra misma época, tenía por entonces un hermano, José Luís, que solía componer canciones, cantar en las emisoras de radio, aparecer alguna vez en televisión, incluso ya había grabado su primer disco, uno de aquellos microsurcos con dos canciones, una por cada cara: Celos de mi guitarra era una de ellas, y la otra, si no recuerdo mal: Las cosas de doña Asunción.
Acompañé a José Luís y a Carlos a promocionar aquel primer disco por algunas emisoras valencianas. En la E.A.J. 54. Radio Alcira, de la Cadena SER, mantuve con él un programa especial, muy cuidado, y que gustó mucho, sobre todo a la juventud.
El tiempo desde entonces ha ido corriendo de manera imparable, llenando nuestras vidas de aconteceres gratos y de otros que no lo han sido tanto. Con la familia Ochando Perales hemos continuado la amistad, incluso llegamos a pasar algún día con ellos en casa de los padres de Alicia, en Castejón.
Después, el tiempo ha seguido actuando según en él es costumbre, trastocándolo todo. Falleció nuestro querido, y entrañablemente recordado Carlos. José Luís alcanzó toda la fama y popularidad que merece como persona y como artista; y Alicia, jubilada ya en su profesión de maestra, es madre generosa de seis hijos y abuela de tantos nietos más, que vive en Valencia al calor de los suyos, atenta siempre a conservar el hilo de los gratos recuerdos con las antiguas amistades a través del teléfono, cuando surge algún acontecimiento familiar importante o se acercan las fiestas de la Navidad.

(En la fotografía, tomada en Castejón durante el verano de 1973, aparece la familia Ochando Perales al completo, José Luis y Manuela todavía novios, Paquita, mi mujer, y parte de la cabeza de mi hija M. Mar. Un bonito recuerdo).

jueves, 7 de enero de 2010

CLARA SÁNCHEZ, PREMIO NADAL 2010


La flamante ganadora del último Premio Nadal, Clara Sánchez, nació en Guadalajara el año 1955 y está vinculada por lazos de familia al pueblo campiñés de Galápagos. Estudió Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid, ciudad en la que reside. Dedica su quehacer literario a escribir artículos y cuentos en diferentes periódicos y revistas. Como novelista han sido varias las obras publicadas por ella hasta el momento con indudable éxito, tales como Piedras preciosas, No es distinta la noche, El palacio varado, El misterio de todos los días, Últimas noticias del paraíso. Por la última de ellas recibió el Premio Alfaguara en el año 2001, segundo en importancia económica entre los premios literarios que se convocan en España, cuya dotación ascendió a 25 millones de pesetas, superado tan sólo por el prestigioso Premio Planeta.
En la noche de Reyes de 2010, Clara Sanchez ha resultado ganadora del más antiguo y uno de los más prestigiosos premios literarios en lengua castellana, el Nadal, con su novela Lo que esconde tu nombre, dotado con 18.000 euros.

No es preciso añadir que Guadalajara está de enhorabuena por esta importante distinción a una de sus hijas, un nombre muy a tener en cuenta dentro del panorama actual de la narrativa en lengua castellana.
(Foto: El Mundo)