lunes, 13 de agosto de 2012

LAS MADERADAS


Debido a su indudable interés, como una importante actividad del pasado en nuestras dos provincias (Guadalajara y Cuenca), transcribo literalmente, respetando la distracción ortográfica propia de la época, el texto íntegro del interesante artículo escrito por D. Pedro Pérez Juana en el Semanario Pintoresco Español, que fue incluido en el “Manual del bañista” de los baños de Trillo, compuesto por D. Basilio Sebastián Castellanos de Losada (Anticuario de la Biblioteca Nacional) y publicado en el año 1851. En él se habla de la vida y del duro trabajo de los gancheros, para conducir las maderadas de la serranía y pinares de Cuenca, al Real sitio de Aranjuez, desde donde después se llevarían a Madrid por medios terrestres. El texto, que se acompaña de una fotografía de los “gancheros” del río Escabas, es el siguiente:


«Los tratantes en maderas de construcción, compran pinares en las sierras de Cuenca, que mandan cortar y labrar durante el invierno, y a principio de abril hacen conducir las maderas a los ríos Tajo y Guadiela a costa de brazos y con carros por parajes intransitables, entregándosela a los madereros, luego que está en el río, para que la conduzcan. Desde que entra la madera en el río, hasta que llega al desembarco de Aranjuez, tarda una maderada de cuatro a cinco meses, según la más o menos agua que lleva el río, por los malos pasos y contratiempos que suelen acontecer en el viaje.
 
Valencianos naturales de Chelva, a los que denominan gancheros por el instrumento que usan, son los encargados de la conducción, bajo las órdenes de un jefe práctico al que están enteramente subordinados los 300 hombres que se emplean en este servicio. Su taje uniforme consta de zaragüelles, faja encarnada, polainas blancas, pañuelo encarnado a la cabeza, y por arma una vara larga con un gancho en la punta que es el instrumento con que rigen las maderadas. Cada cuadrilla se compone de ocho hombres con su jefe, que es un cuadrillero, su ranchero y una acémila. Al frente de todas las cuadrillas va un mayoral al mando del jefe principal de los gancheros, y detrás de todas las cuadrillas sigue lo que llaman la tienda, que viene a ser la administración que procura las raciones de los gancheros, tomándolas y pagándolas en los pueblos por donde pasan.

La viga mayor que se denomina capitana de la maderada, va la última adornada con ramas verdes en señal de su grandeza y majestad, siguiendo a veces a cincuenta mil palos y vigas menores, que van empujando los gancheros franqueando la corriente y los escollos del acuático camino. Cada uno de los gancheros gana tres reales diarios, los cuadrilleros cuatro, los mayorales diez, los rancheros uno y medio, teniendo todos ración de pan, vino y aceite. Los sitios más difíciles para el paso de las maderas, y por consiguiente los más pintorescos en que pueda ver la maderada el bañista, son: cerca de La Isabela, el de los Chorros, media legua del molino de Buendía, y el de la Olla de Bolarque. Por el primer punto, en distancia de media legua, tarda en pasar la maderada seis días a casa de los muchos y grandes peñascos que hay en el río, puntos por los que parece imposible puedan pasar las vigas. Sólo la práctica de los gancheros, y la suficiencia de l TIO JOAQUÍN de CHELVA, que así se llama el actual capataz, pueden salvar pasos tan difíciles, que asustarían a los más sabios ingenieros del mundo. Durante este difícil tránsito, sitúan los madereros su cuartel general en el sitio de la Virgen de los Desamparados, Santuario bellísimo y pintoresco por su posición, en la llamada Sierra de Enmedio, en el que tiene Buendía su celestial Patrona.
 
Al pasar la maderada por este delicioso sitio, le animan los gancheros con sus ranchos y luminarias, y luego que cenan, manda el jefe tocar las campanas del Santuario, cuyos sonidos repiten los ecos de las sierras, y todos los valencianos se dirigen a la ermita, en la que elevan a la Virgen cánticos de alabanza por haberles librado hasta allí de los peligros del río, pidiéndola los proteja en los malos pasos que les falta por recorrer (Ningún día de fiesta se quedan los madereros sin misa, yendo a buscarla aunque sea a cuatro leguas de distancia).
 
Desde el espresado Santuario sigue la espedición a la Olla de Bolarque, en la que tienen que trabajar también bastante, si bien allí les ayuda ya el agua del Tajo, que unido, con el Guadiela, forma un caudal muy respetable. Salvado este paso, el resto del camino, en el que aún tardan unos cuarenta días por lo menos, les ofrece ya menos fatigas y dificultades-
 
No llevan los madereros más equipaje que la ropa puesta, pero cada quince días le llega a todos, desde Chelva, el Ropero, con la muda de cada uno, la cual les remite la familia en un taleguito con su señal, y en él nueces, castañas, manzanas u otra chuchería, recuerdo de una esposa, de una madre o de una querida,. La llegada del Ropero, se comunica por estraordinario a todas las cuadrillas, y por toda la margen del río resuenan los gritos de alegría con que reciben al nuncio de sus familias- En caso de alguna desgracia o avería, se entienden las cuadrillas haciendo señales con los ganchos que le sirven de telégrafos, y son tan diestros nadadores y tan ligeros, que voltean las vigas en el agua, sosteniéndose en las esquinas, guardando un admirable equilibrio. Al correr por el río por cima de una viga y con su garfio en la mano, parece cada uno un Dios Neptuno, según nuestro amigo. Sin embargo de su destreza, algunas veces suelen suceder desgracias de consideración a estas pobres gentes, ya por una avenida imprevista, en cuyo caso es incomparable su trabajo e inapreciable su mérito, ya de algún descuido en sus pasos peligrosos.
 
Las maderadas llegan generalmente a Aranjuez en agosto o en septiembre, y su desembarque es tan vistoso y tan curioso, que bien merece se haga un viaje desde Madrid para verle, máxime hoy en que tan poco cuesta por el camino de hierro y para saber las fatigas que cuesta a los gancheros el conducir cada madero de construcción que se gasta en la corte, en la que habrá pocos que lo conozcan. El tío Joaquín de Chelva, cuyo talento y práctica alaba con justicia nuestro amigo, es hoy día la notabilidad principal de España en este ejercicio, y es de sentir que los años le tengan tan cercano del sepulcro; pero siempre se le recordará por los suyos con admiración y respeto. Durante la temporada de baños suelen pasar pocas maderadas por Trillo y la Isabela, pero el bañista alcanzará a ver aún algunas cuadrillas a su paso por el Tajo hacia Sacedón, o en alguno de los parajes citados.»

1 comentario:

Esther dijo...

El dia 11 de este mes se celebraron en Priego gracias al esfuerzo de la asociacion gancheros de la comarca de Priego una representacion de estas maderadas en el rio Escabas, se que tambien se han desplazado hasta Antella (Valencia) para unirse a otras asociaciones y revivir este antiguo oficio