sábado, 8 de junio de 2013

CUANDO LA FOTOGRAFÍA ES ARTE

         

   Armando Álvarez no es madrileño, vive en Madrid pero no es madrileño, ni conquense de origen, nació en Granada en el año 1955; trabaja como analista informático del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, con servicios especializados en su haber llevados a término en el Real Jardín Botánico de Madrid, en el Centro Nacional de Química Orgánica o en el Instituto de Óptica, por poner sólo a título de ejemplo, tres centros de tamaña altura y responsabilidad de lo más diverso.

             A mi amigo Armando le gusta el arte en todas sus manifestaciones. De la Música prefiere el blues y el jazz; de Pintura sospecho que a los artistas de vanguardia; de la Literatura no hemos hablado, y por su carácter natural es amigo del campo y de las mil cosas que hay en él: plantas, pájaros, vistas con mensaje…, y como artista por sí mismo lo tengo para mi uso como un poeta de la fotografía, con ciertas preferencias por los exteriores de la ciudad de Cuenca y por los campos y paisajes imprevistos del pueblo de su mujer, que es mi pueblo. Esperanza León Jiménez es la esposa de Armando, pintora de profesión e ilustradora de libros, de la que he hablado y escrito alguna vez. Esperanza, hija de Aurora y Augusto, marchó de niña con su familia a Madrid en aquellos años cincuenta, cuando en el medio rural se inició la diáspora a la ciudad en busca de un porvenir más seguro. Esperanza y Amando tienen casa en el pueblo, donde pasan algunas temporadas cortas a lo largo del año. Se les suele encontrar recorriendo el campo a la caída de la tarde, por los lugares más insospechados cercanos al pueblo. Él, casi siempre va provisto de su equipo de fotografía.
            Nuestro amigo -al que no sé cómo le sentará todo esto que digo, porque se confiesa tímido, cosa que no lo es, pero sí un enamorado de la ciudad de Cuenca, tal vez por su origen granadino (“porque no hay pena mayor que la de ser ciego en Granada”), rotunda apreciación del poeta Francisco de Icaza, que a mí me gustaría aplicar también a la ciudad de Cuenca por propio merecimiento, y creo que me quedo corto. Esta Cuenca de nuestros amores, sin igual por sus encantos naturales que le ha merecido el titulo de Patrimonio de la Humanidad, pero patrimonio nuestro sobre todo, cosa que a los conquenses nos gusta que se sepa, que se aprecie, y más aún que se conozca.


            A nuestro amigo le gusta descubrir y fotografiar las cosas menos comunes, lo inusual, lo que sería imposible conseguir sin esfuerzo y sin pleno conocimiento del oficio. Armando se sube a las peñas, escala una cima, se sostiene en una ladera en equilibrio para tomar un determinado plano, a la hora justa y cuando las condiciones de luz le son las más favorables; anda por trochas y senderos durante el tiempo que sea necesario por sentir la satisfacción de tomar una imagen irrepetible, y a fe que lo consigue. Luego, como es generoso, nos las muestra a los amigos con el correspondiente permiso para hacer con ellas el uso que creamos oportuno, que al menos por mi parte no es otro que darlas a conocer, para general deleite de mis amigos y lectores a través de los medios modernos. De ahí que, tanto o más que él, me sienta feliz al colocar una leve muestra de su trabajo en esta ventana al mundo que, sin duda, tendréis ocasión de disfrutar.   

(En las fotografías. "Vista general de la Hoz del Huécar", "Mirador sobre la Hoz", y "Campos de Olivares de Júcar junto al pantano")       

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