Armando Álvarez no es madrileño, vive
en Madrid pero no es madrileño, ni conquense de origen, nació en Granada en el
año 1955; trabaja como analista informático del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, con servicios especializados en su haber llevados
a término en el Real Jardín Botánico de Madrid, en el Centro Nacional de
Química Orgánica o en el Instituto de Óptica, por poner sólo a título de
ejemplo, tres centros de tamaña altura y responsabilidad de lo más diverso.
A mi amigo Armando le gusta el arte en todas
sus manifestaciones. De la Música prefiere el blues y el jazz; de Pintura
sospecho que a los artistas de vanguardia; de la Literatura no hemos hablado, y
por su carácter natural es amigo del campo y de las mil cosas que hay en él: plantas,
pájaros, vistas con mensaje…, y como artista por sí mismo lo tengo para mi uso
como un poeta de la fotografía, con ciertas preferencias por los exteriores de
la ciudad de Cuenca y por los campos y paisajes imprevistos del pueblo de su
mujer, que es mi pueblo. Esperanza León Jiménez es la esposa de Armando,
pintora de profesión e ilustradora de libros, de la que he hablado y escrito
alguna vez. Esperanza, hija de Aurora y Augusto, marchó de niña con su familia
a Madrid en aquellos años cincuenta, cuando en el medio rural se inició la
diáspora a la ciudad en busca de un porvenir más seguro. Esperanza y Amando tienen casa en el
pueblo, donde pasan algunas temporadas cortas a lo largo del año. Se les suele
encontrar recorriendo el campo a la caída de la tarde, por los lugares más
insospechados cercanos al pueblo. Él, casi siempre va provisto de su equipo de fotografía.
Nuestro amigo -al que no sé cómo le
sentará todo esto que digo, porque se confiesa tímido, cosa que no lo es, pero
sí un enamorado de la ciudad de Cuenca, tal vez por su origen granadino
(“porque no hay pena mayor que la de ser ciego en Granada”), rotunda
apreciación del poeta Francisco de Icaza, que a mí me gustaría aplicar también a la
ciudad de Cuenca por propio merecimiento, y creo que me quedo corto. Esta Cuenca de
nuestros amores, sin igual por sus encantos naturales que le ha merecido el
titulo de Patrimonio de la Humanidad, pero patrimonio nuestro sobre todo, cosa
que a los conquenses nos gusta que se sepa, que se aprecie, y más aún que se
conozca.
(En las fotografías. "Vista general de la Hoz del Huécar", "Mirador sobre la Hoz", y "Campos de Olivares de Júcar junto al pantano")
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