jueves, 10 de febrero de 2011

DE VADILLOS AL SOLÁN DE CABRAS


FRAGMENTO DEL CAPÍTULO IX DE MI LIBRO "VIAJE A LA SERRANÍA DE CUENCA"

«Al pasar el puente de Vadillos el río Guadiela recoge las aguas del Cuer­vo, y juntos los dos por un cauce común que conser­va el nombre del primero, se apartan por la derecha a respirar aires alcarreños hasta el pantano de Buen­día en tierras del Tajo.
Vadillos es un poblado residencial de color verde, moderno, eminente­mente veraniego, montado al amparo de la central hidroe­léctrica y de los hor­nos de carburo de silicio.
Un cacharrero de San Clemente tiene extendido su muestrario ambulante al borde de la carretera. El vendedor se está comiendo un bocadillo de jamón sentado sobre una orza choricera puesta boca abajo, en medio de todo un rastro de botijos, de jarrones de cristal y de fuentes de loza. Como en un mundillo al margen de las instalaciones industriales, está el pequeño lugar donde vive la gente. Las casas de Vadillos tienen el tejado oscuro, montado con mucha ver­tiente, como las viviendas de recreo de los países nórdicos, perdidas en una superficie extensa de choperas, de pinos y de jardín. Un coche de lujo reposa a la sombra del emparrado. A la moderna iglesia de Vadillos se entra por una portezuela giratoria de madera de pino. Es una iglesia funcional, elegante y muy sencilla, con las imágenes también modernas de Santa María y de San Martín de Porres. Las minas, según alguien me explica, son unas más de las cuatro o cinco de las que se extrae el carburo de silicio en toda Europa.
Una carretera estrecha que parte del puente sobre el río Cuervo a la salida de Vadillos, me pone al cabo de una hora en el balneario de Solán de Cabras. El Real Sitio ocupa un barranco indescriptible, al fondo de los riscos y en mitad del extenso bosque de pinar en estado de absoluta virginidad. Un paraíso en donde el mayor milagro ha sido el conservarse sin mácula hasta el día de hoy, desde hace dos siglos y medio que los enfermos comenzaron a llegar al reclamo de los efectos curativos de sus aguas.
A la entrada se ven, aprovechando un claro del inmenso bos­que, monto­nes de cajas amarillas y de envases de vidrio con los que se llevan las aguas a los lugares más insospechados de Espa­ña. La fuente de Solán mana al este del cauce del río Cuervo y procede de roca caliza, con residuos vegetales y animales en su composición que facilita el correcto funcionamiento del orga­nismo huma­no y tiene -se asegura- efectos curativos para una larga lista de dolencias espe­cíficas. Ya usó estas aguas en el siglo segundo antes de Cristo el noble Julio Graco, que se curó de ar­trosis; pero el hallazgo es anterior a la época de los césares, siendo las cabras del contorno las primeras favorecidas al curar de sarna con sólo ponerse en contacto con la corriente, momento en el que los pastores prerromanos las comenzaron a emplear con éxito para tal menester con el apelativo de Sólo para cabras, expresión literal de la que se cree procede la denominación por la que ahora todos lo conocemos.»

(En la foto de 1982, tomada sobre la marcha, aparece un aspecto del lugar de Vadillos desde la carretera)

1 comentario:

Esther dijo...

Casi no recordaba como estaba el patio del colegio donde yo jugaba en aquel entonces... como ha cambiado todo, ahora esta horrible sin arboles, con tanto cemento y unas verjas horribles que hacen que se asemeje mas a una prision!!. gracias muchas gracias, es un relato precioso