lunes, 23 de mayo de 2011

HABLEMOS DE FUENTES

Hace algún tiempo, no mucho, la editorial Aache publicó un libro realmente interesante titulado “Fuentes de Guadalajara”, escrito por Juan José Bermejo, en el que se expone además una importante serie de fotografías sobre cada una de las ciento o mas que, dignas del mayor interés, todavía se conservan como valioso legado del pasado en muchos de los pueblos de esta provincia. Personalmente el tema de las fuentes siempre me interesó; las he visitado y escrito sobre ellas en distintas ocasiones. Las fuentes y los monumentos religiosos constituyen los dos grandes valores a considerar en muchos de nuestros pueblos, monumentos ambos que por sí solos casi siempre vale la pena hacerles una visita. Conservo un leve apunte relativo a las más interesantes de nuestras fuentes dentro de su interesante variedad, de manera que, antes real y ahora valiéndome de los datos almacenados en la memoria y de otros muchos que guardo en los archivos, inicio un viaje por las principales fuentes de Guadalajara.

El viajero que detiene su coche junto al arcén en la carretera, dentro aún del casco urbano de la villa de Albalate, observa con sorpresa el manar incesante de los caños que vierten a la vez sobre el mismo pilón, a un par de metros por debajo de sus pies. La fuente de Albalate de Zorita es un bello espectáculo sobre el que ajusta todo género de elogios. El viajero, que la contempla atónito junto al bordillo de la carretera también pensó lo mismo. No, en cambio, el anciano encorvado del lugar que va de paso junto a él, buscando el arrullo de esos soles que bajan junto a las tablas del banco a la hora de la siesta.
- Los moros -pasa diciendo sin detenerse-. Aquellos sí sabían lo que se llevaban entre manos.
El viajero desenfunda la cámara y tira tres fotografías desde diferentes ángulos. La de Albalate es una fuente escultural, fotogénica y de mucho impacto. El viajero se marcha sin enterarse apenas de lo que ha dejado atrás, de la impresionante maravilla de canalización subterránea que alimenta desde tiempos ya remotos a los ocho, a los doce, a los catorce caños que salen a la superficie. Quién sabe si en otra ocasión y con menos prisas regrese a los llanos de Albalate y se informe como es debido. Sería una pena si no lo hiciese.

No hace mucho que ha llovido en Brihuega. El presente otoño en cuestión de lluvias y de sol tuvo de todo. Por aquellos lares no se acoge con demasiado deseo el agua de lluvia, excepción hecha de las largas temporadas de sequía de las también sabemos tanto. Los chiquillos de Brihuega disfrutan del fin de semana corriendo en bicicleta por la calle de las Armas, por la plazuela de Herradores, por la calle del Peral. Por aquellos rincones suena de continuo, sea de día o de noche, el rumor de los doce caños en línea de la fuente Blanquina, rumor de siglos en cuyos pliegues se arroparon las más sugestivas leyendas, fraguadas al amor de la lumbre durante los largos inviernos de la villa, cuando a los hombres con vocación de ascetas les dio por imaginar remotas historias de aparecidos, de amores imposibles, de esqueletos andarines bajo el arco de Cozagón o de encantamientos, para lo que Brihuega, por historia y por constitución étnica, fue siempre terreno abonado. En las noches frías de la importante ciudadela alcarreña, también en las horas insoportables del medio día, cuando en pleno mes de julio el sol sacude sin piedad sobre aquellas vegas, los doce caños de la fuente Blanquina depositan, todos a la vez sobre el largo depósito del abrevadero, las mejores esencias de una antigua civilización diluida con el correr de los siglos, y que es por añadidura la propia entraña de su pasado moro, cristiano y judío, trenzado sobre el tosco cañamazo que envuelve al valle del Tajuña, siempre a la vera de los lánguidos parajes de la Alcarruela y del Cerro Redondo que viene a caer al otro lado del río.

Cifuentes por su parte -y sin salir del recinto geográfico de la Alcarria- es por definición y por toponimia la villa que mejor debiera ajustar con el tema que hoy nos ocupa. Los autores no se ponen de acuerdo en si el nombre “Cifuentes” es o no es una derivación literal de la expresión latina “centum fontes”, cien fuentes; a uno le parece que sí, que la solución al problema está demasiado clara y que no vale la pena entrar en discusión. Quizá no sean tantas, o tal vez sean más las fuentes de las que procede el nombre de la villa. Lo cierto es que del cerro del castillo cifontino llegan, por la vertiente que mira al pueblo, tal cantidad de canalillos que reunido su caudal forman un regato al que se unirá el más importante de los manaderos allí existentes: la fuente de la Balsa, que surge en grandes borbotones bajo los pies de la gente. Allí, junto a la vía pública, rodeada de parque y de calles bien transitadas, remansa una de las fuentes más originales de toda la provincia en un ancho cristal de aguas clarísimas, donde en otro tiempo vivieron y se criaron las finas truchas de la Alcarria. El escape natural de esta especie de laguna interurbana, a la que da lugar en su base el cerro del Castillo, se convertirá a escasos metros de su nacimiento en el río Cifuentes, el que se despeña en cascadas -nadie sabe si de gozo o de dolor- poco antes de llegar al Tajo por las calles de Trillo.
El Sotillo, fecundo lugar de la Alcarria, rico en costumbres, en paisajes y en frondosas nogueras durante los meses de verano, se une a este juego improvisado de fuentes memorables que engalanan nuestro medio rural. La fuente de El Sotillo vierte generosas por sus seis caños a la entrada del pueblo. Cuando su contenido es excesivo, la fuente arroja su caudal por un caño más, que en el pueblo conocen por “la cabeza del perro”.Sobre el muro de la fuente queda constancia escrita de que fue montada a expensas del Ayuntamiento en el año 1913.

Pastrana, Ledanca, Valdearenas, Arbancón. Jadraque, Galve de Sorbe, Canales del Ducado, Miedes, Riofrío del Llano, y una veintena de pueblos más, importantes o desiertos, lucen en sus plazas bellos ejemplares de fuentes redondas que con el tiempo han ido adquiriendo la categoría de símbolo local, por cuya estampa los respectivos pueblos se pueden identificar. Es el caso de la fuente pastranera de los Cuatro Caños, la que allá, en la típica plazuela que lleva su nombre, deja caer hacia los cuatro puntos cardinales cada uno de los chorros que cuelgan de su panza de copa.
Un encanto singular, más por el servicio que prestan que por lo que con su pobre aspecto pudieran representar a la vista de quienes pasan a su lado, tienen las fuentes camineras, aquellas que brotan donde Dios les dio a entender al borde del camino, ofreciendo al viandante un servicio oportuno y en todo caso eficiente para apagar su sed, la angustiosa sed de los caminantes y de los arrieros para quienes estos solitarios manantiales debieron de ser en tiempo pasado algo así como un rayo de luz vitalizador, en sus jornadas a pie de carretera.

No son demasiadas las fuentes camineras de las que en esta tierra nos podemos jactar, no obstante, ¿Quién no recuerda con gratitud aquella de las cuestas del Sotillo tan cercana a la capital?, ¿O la umbrosa de las afueras de Yebes, o la que todavía está ahí para servirnos en la carretera de Pastrana al respaldo de Fuentelviejo, o la que con más o menos fortuna, según las temporadas, vierte en plena curva bajo el castillo de Jadraque, o la de la Canaleja, en fin, dando ya vistas al pueblecito de Anquela cuando el viajero se detiene a descansar mirando hacia el barranco, siempre que se anda sin apremios camino de Molina?
Salvo algún que otro caso aislado y muy concreto, las fuentes de Guadalajara están situadas la mayor parte de ellas dentro de la comarca alcarreña, en la tierra arisca y a menudo completo sequedal del campo de la Alcarria. Tierra de sorpresas y de contrastes, esa Alcarria de pintores y literatos que, aunque no lo parezca, es toda ella un enorme laberinto de canales subterráneos por donde corre la vida.
(La fotografía corresponde a la "Fuente Blanquina" de Brihuega)

1 comentario:

Raul Rentero dijo...

enhorabuena por el blog, ahora mismo estoy con un proyecto de novela ambientado en Valeria así que te seguiré de cerca
saludos desde maestrazgomagico.blogspot.com
RAUL