sábado, 3 de enero de 2009

EL BARRANCO DEL RÍO DULCE


Los seres vivos tenemos una fecha exacta de nacimiento que todos conocemos, y una fecha de caducidad, desconocida por todos, que a menudo se convierte en la gran incógnita de la vida. Aunque no lo sea de derecho, el libro es también un ser vivo; pues tiene una fecha de nacimiento -el día que sale de la imprenta- y una presumible fecha de definitiva desaparición imposible de conoce y ni siquiera de poderse imaginar; pues pasarán los años, quizás los siglos, y siempre aparecerá perdido en alguna parte o en los anaqueles de alguna vieja biblioteca, como mera curiosidad, cualquiera de los cientos o de los miles de ejemplares que salen a la vida en un mismo parto. Un libro es, en fin, un ser que nace con una misión que cumplir como cualquier viviente, y si esa misión es beneficiosa para la humanidad, celebremos su feliz alumbramiento.
Soy el padre de la nueva criatura. Nace en una edición de lujo, con fotografías de Paco Gracia, publicado por la Editorial Mediterráneo de Madrid, y su contenido no es otro que una exposición acerca del “Parque Natural Barranco del Río Dulce”, uno de los cinco parque naturales que tiene nuestra región, y de los cuales, tres se encuentran en diversas comarcas de la provincia de Guadalajara.
Y ¿Por qué en esta página dedicada exclusivamente a nuestro pueblo? Hay dos razones para ello: una, porque yo soy de allí, que ya sería motivo bastante; pero hay otra además, y es que en su mayor parte este libro ha sido escrito en Olivares durante el pasado mes de agosto. Se comprende que la primera presentación al público lo sea a todo el mundo a través de Internet, pero por la vía de nuestro pueblo, como no podía ser menos, en el mismo día de su nacimiento.
Como detalle, voy a transcribir unos cuantos párrafos del capítulo primero, en el que se explica de manera sucinta algo de su contenido.

(el detalle)

“Hablaremos de campo, de senderos de tierra y hierba para el camino a pie junto a la corriente del río, de elevaciones y de risqueras impresionantes de caliza donde anida el ave rapaz, de profundidades y de estrechos pasadizos por los que corren las aguas de un arroyo, el Dulce, a la vera de un rosario de pequeños pueblecitos con su leyenda, su historia, su paisaje y sus costumbres, ingredientes que nunca deberían faltar en el siempre escaso atuendo del caminante.
El camino a pie por todo el recorrido, o al menos por parte de él, sería lo ideal para el pleno disfrute del viaje, un ideal posible aunque no fácil de cumplir; pero que también puede hacerse cómodamente en automóvil por carreteras en aceptables condiciones, sin que el resultado final apenas desmerezca.
En este trabajo encontrarás, amigo lector, todo lo que es preciso conocer para que en dos o tres jornadas de tu tiempo puedas disfrutar, a cielo y corazón abierto, de lo que la madre Naturaleza nos ofrece como regalo, y que seguramente tienes a cuatro pasos de la ciudad en donde vives, pero que, por desconocimiento del sitio, tal vez -¡Es tanto lo que nos queda por conocer de esta España de nuestros amores y de nuestros pecados!- no contaba en tus proyectos, al menos inmediatos, como lugar donde perderte al amparo de la Naturaleza, que, como bien sabemos, suele ser buena pagadora.
Los Valles del río Dulce abren sus puertas a un paso de la autovía Madrid-Barcelona, a cien kilómetros de distancia desde la capital de España, y en el centro de la provincia de Guadalajara. Capricho natural conocido por pocos, no lejos de la ciudad de Sigüenza, y por el que a partir de este momento comienza nuestra andadura.”

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