Hijo de una familia influyente y de ascendencia judía, fray Luis de León nació en Belmonte (Cuenca) en el año 1527. Sus padres fueron don Lope de León, abogado, y doña Inés Varela. A la edad de quince años ingresó en la Orden de Agustinos, donde tuvo por profesor a otro paisano ilustre, Melchor Cano, y a domingo de Soto. En 1561, doctor en Teología, compite por una plaza muy reñida para una cátedra de Teología en la Universidad de salamanca.
En 1572, la Inquisición ordena que sea encarcelado en unos calabozos que el santo Oficio tenía en Valladolid, acusándolo de tener predilección por la Biblia hebraica en lugar de la Vulgata, y por traducir al Castellano El Cantar de los Cantares.
Permaneció privado de libertad durante cinco años sin saber de qué se le acusaba. Durante ese tiempo escribió muchos de sus mejores poemas, entre ellos aquel en el que se lamenta de la injusticia de la que es víctima:
Aquí la envidia y mentira
Me tuvieron encerrado.
dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
y con pobre mesa y casa
en el campo deleitoso
con sólo Dios se compasa,
y a solas su vida pasa,
ni envidiado ni envidioso.
Pasados los cinco años de prisión Fray Luís se incorpora de nuevo a su cátedra, donde un centenar de alumnos le esperan expectantes. De su primera clase se ha hecho famosa aquella frase con la que comenzó: ¡Decíamos ayer…!
Enamorado de la Sagrada Escritura y de la poesía, como lo había sido durante toda su vida, falleció en Madrigal de las Altas Torres, en donde era Provincial de su Orden en Castilla, el 23 de agosto de 1591, habiendo dejado escritas entre otras, incluso en latín, obras de tanto mérito como La perfecta casada, Exposición del libro de Job, De los nombres de Cristo, y una extensa producción poética dividida en tres libros.
En 1572, la Inquisición ordena que sea encarcelado en unos calabozos que el santo Oficio tenía en Valladolid, acusándolo de tener predilección por la Biblia hebraica en lugar de la Vulgata, y por traducir al Castellano El Cantar de los Cantares.
Permaneció privado de libertad durante cinco años sin saber de qué se le acusaba. Durante ese tiempo escribió muchos de sus mejores poemas, entre ellos aquel en el que se lamenta de la injusticia de la que es víctima:
Aquí la envidia y mentira
Me tuvieron encerrado.
dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
y con pobre mesa y casa
en el campo deleitoso
con sólo Dios se compasa,
y a solas su vida pasa,
ni envidiado ni envidioso.
Pasados los cinco años de prisión Fray Luís se incorpora de nuevo a su cátedra, donde un centenar de alumnos le esperan expectantes. De su primera clase se ha hecho famosa aquella frase con la que comenzó: ¡Decíamos ayer…!
Enamorado de la Sagrada Escritura y de la poesía, como lo había sido durante toda su vida, falleció en Madrigal de las Altas Torres, en donde era Provincial de su Orden en Castilla, el 23 de agosto de 1591, habiendo dejado escritas entre otras, incluso en latín, obras de tanto mérito como La perfecta casada, Exposición del libro de Job, De los nombres de Cristo, y una extensa producción poética dividida en tres libros.
(En la fotografía, monumento a Fray Luis de León en Belomonte, su villa natal)
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